Una de las joyas del Mar Adriático, la autentica y pintoresca Península de Istria es un destino mágico donde tres culturas y tres mundos se unen entre el golfo de Trieste y la costa de Kvarner. Singular y encantadora, la Península es hogar a maravillas que el magnífico Kempinski Hotel Adriatic nos llevan de la mano para conocer y enamorarnos.
Aquí, bajo el caluroso sol del mediterráneo, se unen y difuminan las fronteras de Italia, Croacia y Eslovenia. La belleza natural de la sinuosa Península de Istria, la riqueza histórica de sus ciudades y palacios, la exquisitez de su gastronomía y la excelencia de sus hoteles nos atraen a esté mágico destino con fuerza magnética, intrigando a todo viajero que busca sumergirse en la cultura única de la Península.
Un santuario para los sentidos y un sofisticado escape a la costa, el Kempinski Hotel Adriatic nos envuelve en mundos de placer culinario y belleza natural. El concepto detrás de la arquitectura de esta joya hotelera es el de fusionar lo natural con lo moderno. En ese sentido, el diseño del Kempinski Hotel Adriatic se imagina como una mezcla de lo contemporáneo fusionado con el estilo local de Istria. El diseño de vanguardia, con vastas superficies de vidrio, está impregnado de toques locales, como detalles de paredes revestidas en piedra, un rasgo común de la arquitectura tradicional de Istria.
En la entrada al restaurante Dijana, que lleva el nombre de la diosa romana de la caza, uno se centra en la exhibición de vinos que muestra las mejores botellas de la bodega del hotel. Los cómodos bancos con respaldo alto y los sillones acolchados están tapizados con telas de rayas brillantes y el impresionante techo cuadrado adornado con luces de cristal Swarovski. Los pilares de oro y los paneles de oro de la pared acentúan suavemente los carámbanos de cristal que cuelgan del techo. El restaurante tiene una amplia terraza frente a la zona de la piscina al aire libre y está decorado con los modernos asientos Dedon de color Wengé.
A unos pasos del Kempinski Hotel Adriatic se encuentra el faro más antiguo del Adriático, construido en 1818, y desde aquí podemos descubrir la encantadora ciudad medieval de Piran y las cuevas de Postojna y de Skocjan – el fenómeno subterráneo más importante protegido por la UNESCO.
Desde este moderno y sofisticado hotel nos podemos aventurar a la antigua ciudad de Motovun, ubicada en la cima de una colina. El bosque de Motovun, o más precisamente el valle de Mirna, es el hábitat principal de las trufas blancas y negras de Istria, un exquisito manjar. La cocina local es lograda a su excelencia en este lujoso resort, enfatizando el pescado fresco del mar Adriático, las trufas y el jamón, que son especialidades tradicionales de la Península.