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Arte vinícola a través de las generaciones

Deby Beard



A unos kilómetros del pueblo mágico de Parras, en Coahuila, se encuentra el bello oasis de Casa Madero, donde los extensos viñedos han marcado la historia. Se trata de la primera bodega de todo el continente americano, en cuyos terruños han crecido los viñedos más antiguos, orgullosos representantes de la calidad obtenida con dedicación y pasión.


La historia comenzó en 1568 con la siembra de las primeras vides en el continente, y fue en 1594 cuando se probó el primer vino mexicano, obra del conocimiento y dedicación de los jesuitas. Esto dio paso al establecimiento de la Hacienda San Lorenzo, llamada en honor a su fundador Don Lorenzo García, y que actualmente conocemos como Casa Madero. Los testimonios de su fundación están plasmados en el Libro de Las Mercedes, el documento Real en el que la Corona Española, en el año de 1597, autorizó a Casa Madero su establecimiento como productor de uvas para la elaboración de vino y brandy. El casco histórico se sigue usando actualmente, y recorrerlo es adentrarse en un mundo donde los muros guardan las voces del pasado, y el aroma a historia inunda los rincones. Además de conocer los viñedos y la hacienda, también está la opción de ampliar la experiencia hospedándose en ella, bajo los techos de gruesas vigas de madera, testigos de que el trabajo bien hecho no sólo perdura en el tiempo, sino que lo transforma.

A través de las generaciones, los vinos de Casa Madero nos conquistan con su romanticismo histórico, un rico pasado que se manifiesta en un presente exitoso, colmado de importantes reconocimientos y premios internacionales, como el ser el primer y único pago vitícola de América por parte de los Grandes Pagos de España; la primera bodega en obtener la Certificación ISO9001:2008 total en sus procesos en viñedo y bodega; y el primer Vino Mexicano en recibir el Distintivo Nacional Orgánico junto con su segunda certificación ahora bajo la Norma LOOAA emitida por SAGARPA. Las variedades Shiraz, Cavernet Sauvignon, Chardonnay, Sauvignon blanc, Merlot y Malbec que se cultivan en los viñedos, han adquirido el sabor profundo e inigualable que brinda el paso del tiempo. A partir de estas uvas, junto con la dedicación y los conocimientos profundos que da la experiencia, se crean auténticas joyas líquidas. Bajo los tibios rayos del sol, Casa Madero nos cautiva con su historia fascinante y sus paisajes novelescos. Además de crear vinos deliciosos y de reconocimiento mundial, su existencia es una fuente de orgullo para lo bien hecho en el país. En conjunto, los sabores, sensaciones, historias y leyendas que le dan vida a Casa Madero, se nos presentan como una obra de arte donde la naturaleza puso el lienzo y la bodega, las pinceladas.



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