Casa D’Amico: el alma italiana en Polanco
- Deby Beard
- 2 days ago
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Hay lugares donde el tiempo parece detenerse, donde los aromas del Mediterráneo se entrelazan con el murmullo de la conversación y una copa de vino basta para encender la memoria. En una de las direcciones más codiciadas de Polanco, Casa D’Amico se alza como un santuario dedicado a la cocina italiana más pura —esa que no busca impresionar, sino conmover.
Más que un restaurante, Casa D’Amico es una casa con alma. Cada rincón respira calidez, cada mesa guarda un eco de risas, cada plato parece llevar la huella de una tradición que ha cruzado mares y generaciones.El nombre lo dice todo: D’Amico, “de amigo”. Y eso es lo que la familia que lo creó busca transmitir día tras día —una hospitalidad genuina, una complicidad que nace del amor por la buena mesa.

Entre terrazas llenas de luz y salones íntimos, el ambiente invita a quedarse. El aroma del horno de leña guía los pasos, y pronto el aire se impregna del perfume del pan recién horneado y del pomodoro que burbujea lentamente, como si el tiempo se cocinara en la salsa.
La experiencia en Casa D’Amico es un recorrido por la esencia de Italia. Desde un carpaccio de salmón que se deshace al tacto hasta un atún marinado con limón y corazón de alcachofa que refresca el alma; desde una linguine en salsa pomodoro con provolone hasta un risotto con camarones y azafrán que tiñe el paladar de oro.

Pero hay momentos que trascienden el menú: el carpaccio de abulón, sutil y profundo, o el salmón flameado con licor de anís, un acto casi teatral frente al comensal. Frente al horno, las pizzas —doradas, fragantes, irresistibles— son un canto a la simplicidad perfecta.
Detrás de cada plato está el legado de la familia D’Amico, que desde hace años imprime su sello en la escena gastronómica de la Ciudad de México. Su nueva casa es la culminación de esa pasión: un espacio nacido del deseo de ofrecer experiencias, no solo servicio; emociones, no solo sabores.
Casa D’Amico no busca reinventar la cocina italiana: la celebra. La abraza con respeto, con el amor de quien conoce su origen y su verdad. Aquí, la gastronomía se convierte en un lenguaje emocional —una forma de dar, de compartir, de recordar que la felicidad también se sirve en un plato de pasta.
En un mundo que corre sin pausa, Casa D’Amico es un respiro. Un rincón donde el vino conversa con la música, donde la comida se convierte en abrazo y donde el alma italiana se siente más viva que nunca.
Más que un restaurante, es un hogar donde la amistad y el placer se sientan a la misma mesa.

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