Millesime 1920: el eco de una era dorada en Fónico
- Alexis Beard
- Oct 10
- 2 min read

Esa noche, el aire en Fónico parecía cargado de historia. Las luces, el ritmo del jazz y el murmullo de las copas creaban una atmósfera suspendida entre el presente y el pasado. Allí, en ese refugio urbano del barrio de la Roma, se presentó Millesime 1920, la nueva edición de una publicación que rinde homenaje a la alta gastronomía y al arte de vivir con elegancia.

Fónico, con su arquitectura contemporánea y alma de casa antigua, es un lugar que invita a bajar el ritmo. La penumbra cuidadosamente diseñada, las maderas oscuras y el discreto destello de los metales evocan los clubes y salones de una época donde la noche tenía otro compás. Su creador, el chef Billy Maldonado, ha hecho de este espacio un homenaje a la memoria culinaria, interpretada con técnica precisa y sensibilidad moderna. Cada rincón respira su filosofía: ingredientes frescos, armonías inesperadas y una profunda conexión entre el fuego, el producto y el recuerdo.
La velada comenzó con las palabras de Manuel Quintanero, fundador de Millesime, quien recordó que la gastronomía es un acto de creación que trasciende la mesa. Su discurso fue una invitación a mirar la cocina con respeto y emoción, como un arte que captura el espíritu de su tiempo.
La música fue el hilo que unió la noche. Un trío de jazz llenó el espacio con melodías suaves, recreando el ambiente íntimo de los años veinte. Entre las sombras que danzaban sobre las paredes y las notas que parecían flotar en el aire, los invitados se dejaron envolver por una sensación de nostalgia y elegancia.

Atún fresco y ostras provenientes de Sargazo formaron parte de un recorrido donde la frescura y el detalle fueron protagonistas. El Chef Marcelino Castro de La Cabrera nos enamoró con los sabores clásicos de Argentina. El Chef Pepe Salinas de Taco Tasting Room y Balcón del Zócalo nos deleito con manjares mexicanos.
Durante la noche, las conversaciones fluían despacio, acompañadas por el tintinear de las copas y la música. Había algo íntimo en el ambiente, una complicidad que unía a los presentes en torno al placer de lo bien hecho. Millesime y Fónico compartieron ese espíritu: la búsqueda de la excelencia, el respeto por el oficio y la convicción de que la belleza se encuentra en los detalles.
Millesime 1920 fue un homenaje al tiempo, a la creación y a la memoria. En Fónico, esa noche, la elegancia no se impuso: simplemente habitó el espacio, como una presencia tenue y persistente, como el eco de una era dorada que sigue inspirando.




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