Rodavento: un refugio entre el bosque y la elegancia
- Alexis Beard
- Aug 25
- 2 min read

En medio del bosque de Valle de Bravo se esconde un refugio que parece diseñado para reconciliarnos con el tiempo: Hotel Rodavento. Aquí, la hospitalidad se entrelaza con la naturaleza y el lujo se entiende no como exceso, sino como la posibilidad de vivir cada instante con calma y autenticidad.
Desde la llegada, el aire fresco huele a tierra húmeda y a bosque vivo. El hotel está compuesto por suites y espacios que parecen surgir de los árboles mismos: arquitectura contemporánea que respeta y dialoga con el entorno. Cada habitación ofrece vistas al lago o al follaje, creando un escenario que cambia con la luz del día y con las estaciones.
Rodavento es también un espacio de experiencias. Para los que buscan aventura, el menú de actividades incluye kayak, ciclismo de montaña, paddle board o parapente. Para quienes prefieren el sosiego, basta con sentarse junto al lago, contemplar el murmullo de los árboles o perderse en un rincón del spa, donde la serenidad del bosque se convierte en parte de la terapia.

Y en medio de todo, está La Cocina, el restaurante del hotel, que convierte cada mañana en un ritual íntimo. Desayunar aquí es despertar al ritmo pausado de la naturaleza. En la terraza, con vista a los árboles y la luz filtrada entre hojas, los platillos aparecen como una extensión del paisaje. Los chilaquiles con mole rojo, de tortillas crujientes y un mole espeso y profundo, saben a cariño y memoria. El toast de salmón ahumado, fresco y delicado, recuerda la elegancia de lo sencillo. Los waffles con almendra evocan tardes de invierno, mientras el café, preparado en distintos métodos artesanales, se convierte en un compañero silencioso de la contemplación.
Pero más allá de su cocina, Rodavento es un concepto: un hotel que invita a habitar el bosque con estilo, a vivir experiencias intensas o tranquilas según el ánimo, y a regresar siempre con la sensación de haber encontrado un respiro en medio de la vida cotidiana.
En Valle de Bravo, Rodavento no es solo un lugar para hospedarse, es una manera de entender el buen vivir: amanecer entre montañas, comer con el alma y dejar que la naturaleza sea parte de cada recuerdo.




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