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  • Alexis Beard

St. Regis Lhasa


Tíbet, una vez conocido como el "reino prohibido ', es un Shangri-La en las nubes, una especie de tierra mítica. Su capital, Lhasa, cuyo nombre significa ‘hogar de los dioses’ es una ciudad llena de maravillas. Ubicada a 3.650 metros de altitud, es uno de los destinos más majestuosos y soñados del mundo. Con su lejanía, limitada accesibilidad y sus 1.000 años de historia cultural y espiritual que han dejado una herencia impresionante, Lhasa se ha convertido casi en una abstracción misteriosa.

Entre el impresionante palacio de Potala que se eleva sobre la ciudad santa, el encantador barrio tibetano (todo pintado de blanco) que sigue conservando el sabor de la vida tradicional tibetana, el parpadeo de lámparas de mantequilla, el olor a incienso y los peregrinos vestidos de manera típica, es imposible no enamorarse del Tíbet desde el primer momento.

Situado en este "techo del mundo", a una altura de 3600 metros sobre el nivel del mar, el St. Regis Lhasa Resort es el primer hotel de lujo en el Tíbet. Ofrece esplendor refinado y servicio de calidad en una histórica ciudad. Su ubicación es ideal, a corta distancia del famosísimo palacio Potala y de Norbulingka, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

La arquitectura de St. Regis combina a la perfección la estructura compleja urbana de Lhasa con las características tradicionales y exóticas de la cultura tibetana y el paisaje que lo rodea. Sus 162 habitaciones, villas y suites tienen vistas a los Himalayas y al palacio de Potala, hoy en día un museo, antiguamente hogar del Dalai Lama hasta 1959.

La inspiración para el diseño del resort fue el cercano y aún activo monasterio Sera. Construido en 1419, es una de las mayores atracciones turísticas en Lhasa. A pocos pasos del hotel se encuentra también el templo de Jokhang, construido en el siglo VII, donde se encuentra la estatua de Buda más sagrada del Tíbet, así como mercados típicos donde venden pendientes de turquesa hechos a mano y tradicionales pinturas thangka en seda.

Su restaurante Si Zi Kang sirve platillos tibetanos-nepalíes como shamdey, un guiso de yak con papas fritas servido con pan de cebada moldeado a mano.

Pero es la alberca lo que realmente posiciona a este hotel de cinco estrellas en otro nivel. Con una temperatura constante del agua de 28-32 ℃, está diseñada para garantizar total comodidad y relajación. Suena casi increíble, pero, además de contar con increíbles vistas, la alberca del St. Regis Lhasa está chapada en oro.

St. Regis Lhasa no solo está ubicado en el ‘techo del mundo’, también rinde homenaje a la belleza, cultura y miles de años de historia de está región fascinante del mundo. St. Regis Lhasa es, en efecto, ‘el techo del mundo’.

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