El champagne es una fuente inagotable de inspiración, compañera de los momentos más significativos de la vida, y que nos demuestra que beber es un arte, una caricia a los sentidos que nos transporta a un mundo de seducciones hedonistas.
Es considerada el vino más prestigioso y extraordinario del mundo, y está protegido por la Denominación de Origen Champagne, lo que quiere decir que cualquier vino semejante que se produzca fuera de esta región no podrá llamarse champagne, sino espumante o cava, en el caso de España.
Pero no todos los champagnes son iguales, mostrando diferencias en su sabor, su textura, su envasado, e incluso la forma en la que se toman. El sabor de Taittinger, delicado y misterioso, es fuente de inspiración y creador de grandes momentos. El sonido al descorchar la botella, ver la espuma subir y las miles de burbujas recorriendo la copa
Riedel champagne, producen alegría desde antes de probarla. Esta unión de placeres convierte el beberla en un ritual increíble.
En la colección Riedel Fatto a Mano, se captura la delicadeza del cristal con elegantes detalles de cristal de color dentro de los tallos. La copa de champagne black & white es la manera más elegante para tomar esta bebida celestial, con su diseño alto y delgado y un tallo en espiral. En esta copa se aprecian las verdaderas cualidades del champagne Taittinger Prelude Grand Crus que es la materialización del arte en un cosquilleo.
Prélude Grands Crus es una mezcla mítica de uvas 50% de Chardonnay y un 50% de Pinot Noir, seleccionadas meticulosamente de los viñedos Grands Crus, donde se cosechan las uvas que dan origen a las joyas líquidas más gloriosas de la región de Champaña. Su elaboración parte de un primer prensado, que le da la finura y la estructura necesarias para un gran champagne de larga conservación. Una vez en boca explota su armoniosa mineralidad y potencia aromática. Sus sabores a intensos cítricos frescos, melón, duraznos y suave jarabe me recuerdan la vibrante vida de París y a la intensidad del amor, que en esta capital se vive como en ninguna otra.
Nada hay lugar más representativo de la elegancia parisina que el Intercontinental París Le Grand, sinónimo de lujo y atención al detalle desde hace más de 150 años. Al entrar a esta pieza de arte de la arquitectura, nos recibe un impresionante lobby bañado por la luz que entra a través de un emplomado de vidrio, y en el salón por la tarde-noche se toca música de piano mientras tomamos una copa de Taittinger en sus cómodos sillones.
Taittinger es más que un champagne, es una combinación de placeres sensoriales, y que se impregna en la memoria como lo hace el óleo en un lienzo del Louvre. Al beberla, nos deja una sublime diversidad de texturas y sensaciones, pues además de hipnotizarnos con sus reflejos dorados, transmite sofisticación y elegancia. Al ver sus burbujas subiendo por el cristal de la copa, comprendemos que los maridajes son un camino sin fronteras.