Maestros del Fuego: Crónica de un banquete encendido

Todo comenzó con un crujir. El sonido sutil de la brasa encendiendo su danza primitiva, esa que se escucha más con el corazón que con el oído. Frente a mí, el maestro de las llamas, Javier Brichetto creaba como un escultor tallando fuego en Maestros del Fuego. Argentino de nacimiento, cocinero por destino, artista por elección.

En Monterrey, bajo el techo sobrio y lujoso de Holsteins, más de ciento sesenta comensales nos daremos cita como quien asiste a una ceremonia. Las entradas se agotarán en un suspiro, porque hay algo en el fuego que llama, que convoca. Junto a Brichetto estará Luis Ochoa, chef corporativo de Sonora Grill Group, cuyo talento será la otra mitad de esta danza flamígera. El asador se convertirá en escenario, y los cuchillos, en pinceles que dibujarán sabores sobre lienzos calientes.

Pero el hechizo no terminará ahí. Días después, San Miguel de Allende recibirá la segunda velada. Un entorno campestre, etéreo, con cielo abierto y susurros de campo, cobijará la cita en Prime Steak Club. Ahí, Brichetto compartirá cocina con Rodrigo Castilla, otro artífice del fuego, otro alma que entiende que las brasas también pueden emocionar. Juntos crearán una sinfonía de humo, textura y temperatura. Será una travesía por los sentidos.

Imagino ya los aromas elevándose en espiral, la carne chisporroteando como si cantara, el vino danzando en las copas mientras el cielo de octubre se tiñe de fuego. Seremos testigos de una narrativa viva, contada en bocado y brasa, en silencio y mirada. Porque cuando la cocina es verdadera, no necesita palabras: se comunica en el lenguaje más antiguo de todos, el de la emoción.

Y como todo lo que arde con verdad, Maestros del Fuego dejará brasas encendidas. Brasas que se extenderán hasta la Ciudad de México, donde Cannibal —el nuevo concepto de Sonora Grill Group— abrirá sus puertas en Roma-Condesa como un manifiesto ardiente de modernidad ancestral. Bajo la dirección creativa del propio Brichetto, este espacio no será un restaurante: será una ofrenda. Una cueva contemporánea de hierro, madera y humo, donde cada platillo será un suspiro salvaje, una provocación íntima.