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DOC Rioja...


Los vinos de la DOCa Rioja son tan variados como los paisajes coloridos de la campiña en la que se cultivan las uvas que se transforman en placer líquido. Están orgullosamente amparados por la primera y más antigua denominación de origen de España, que regula la producción, variedades de uva, los rendimientos, las técnicas de elaboración y hasta el embotellado.

Con vinos tintos elaborados con las variedades tempranillo, garnacha, graciano, mazuelo y Maturana, y vinos blancos de uvas viura, malvasía, garnacha blanca, tempranillo blanco, Maturana blanca, turruntés, chardonnay, sauvignon blanc y verdejo, el maridaje es tan amplio como la imaginación y el gusto lo permitan.

Para disfrutar de un maridaje satisfactorio, hay que partir del punto de que si nos gusta entonces es el ideal, pero también hay que contemplar otras características que influyen en el aspecto sensorial, y que se basan en el sabor y la textura tanto del vino como de los alimentos. A través del balance de sabores se transmiten y se descubren emociones, además de que nos ayuda a descubrir nuestras cualidades en la mesa.

Los vinos blancos o los espumosos son usualmente los que se sirven para empezar cualquier festín, pues su sabor suave y delicado no bloquea al paladar al momento de descubrir los otros vinos ni sus respectivos platillos. Una buena opción es el vino blanco Capellanía de Marqués de Murrieta, de sorprendente frescura, intensidad y complejidad que crece en botella con el paso del tiempo, por lo que logra maridar con los aperitivos previos a la comida o cena.

En los maridajes deben considerarse las sensaciones de textura, dulce, salado, ácido, amargo y graso de la comida, que deben equilibrarse con las cualidades del vino para obtener agradables combinaciones. Empecemos con que la grasitud de la comida recubre al paladar como una ligera capa, y disminuye la percepción de los taninos o los sabores amargos, por eso las comidas con mayor contenido graso deben acompañarse de la intensidad de vinos gruesos o gran reserva. Para estos casos los aromas y sabores especiados de la uva Cabernet Sauvignon del riojano Luis Cañas Gran Reserva, combinan bien con la presencia de pimienta negra,cocidos o el cordero estofado.

La acidez del platillo debe ser menor que la del vino para no perder las características del vino, haciéndolo parecer insípido. Una buena elección es Campillo Reserva por tener la potencia de los taninos de la uva tempranillo, que se suavizan con un paso en boca aterciopelado, como si fuera sinfonía de sabores discretos pero con gran presencia. Puede maridarse con cualquier tipo de carne, con papas fritas o rellenas, con unos hongos tiernos o con un tierno jamón, pero también con atún, quesos y postres con frutos del bosque.

Lo salado y lo ácido funcionan bien por oposición, y también se opone a lo amargo porque disminuye la percepción de los taninos o lo amargo de la comida o el vino. El tinto Matarromera Reserva de 100 % uva Tempranillo, resalta sus aromas de fruta roja, tostados, notas balsámicas, fondo especiado y maderas, al ser maridado con carnes rojas a las brasas, conejo, ternera y quesos curados, como el manchego.

Maridar es ante todo equiparar y balancear la similitud de sabores entre comida y vino, de forma que la excelencia del vino y del platillo no sólo se complementan, sino que resalten las cualidades de uno y del otro que de otra forma pasarían desapercibidas.

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