Celebrando los sabores de México: el Festival del Taco en W Mexico City
- Melanie Beard
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En pleno corazón de Polanco, el W Mexico City vuelve a recordarnos que el verdadero glamour también se come con las manos. Y lo hace con una de las celebraciones más entrañables y deliciosas del año: el Festival del Taco.
Del 15 de agosto al 30 de septiembre, este ícono del diseño y la hospitalidad rinde homenaje al emblema nacional que nunca pasa de moda: el taco. Ese poema cotidiano envuelto en maíz, servido con alma y saboreado con historia: fuego, carne, calle y seis chefs que entienden que cocinar tacos es un acto de amor.
Frente al W, como un guiño urbano que mezcla calle y elegancia, un food truck brilla entre los reflejos de la ciudad. Es un altar moderno, vibrante, donde cada taco se convierte en manifiesto. Seis chefs, seis visiones, una sola pasión: hacer del taco un tributo sensorial.

Todo comenzó con una mordida inolvidable: la milanesa de lengua de Isaí Nolasco, del aclamado Bárbaro Asador. Crujiente y tierna, familiar y provocadora, como si un recuerdo de infancia se hubiera dorado en aceite. Luego vino el suadero de brisket de Jorge Guerra (Grupo Palmares), cocido sin prisa, como se cuentan las mejores historias: con paciencia, con corazón.
Pero el momento sublime lo marcó Matías Gallegillo, chef residente del W. Su asado de tira con palomitas de molleja no era solo un platillo: era una sinfonía. Texturas que se contradecían con placer, sabores que bailaban en la lengua. Taco, sí. Pero también escultura efímera de sabor.
La noche siguió con más epifanías: el taco de chamorro con chicharrón de Mariana Guadarrama (Los Panchos), un bocado lleno de músculo y alma; la barbacoa de costilla de pecho con consomé de Billy Maldonado (Fónico), que sabía a domingo familiar y a mesa compartida; y la propuesta vegetal de Mane Rivera (Tierra Adentro Cocina), delicada pero poderosa, como la tierra misma que la inspira.

Cada taco cuenta una historia y todos comparten un hilo conductor: cortes de res americana de la más alta calidad, seleccionados con maestría y tratados con respeto profundamente mexicano, gracias a la colaboración con la US Meat Export Federation. Aquí, los ingredientes humildes se convierten en lujo emocional.
El W Mexico City logra lo impensable: convertir un food truck en una experiencia de diseño, callejera pero refinada, visceral pero elegante. Porque en este festival, el taco es tanto de banqueta como de boutique. Es alma de esquina servido a unos pasos del lobby, con música, cocteles, y la calidez de una celebración sin pretensiones.
A medida que el día se despedía entre luces cálidas y conversaciones alegres, comprendí que este festival no es solo una propuesta gastronómica. Es una declaración de identidad. Un manifiesto sabroso que nos recuerda quiénes somos y de dónde venimos. Porque el taco no necesita traducción, solo corazón. Y hasta el 30 de septiembre, en el W, ese corazón late más fuerte que nunca.

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